viernes, 20 de febrero de 2009

ALFONSINA STORNI

Autor: ALFONSINA STORNI (argentina)

ESTO ES AMOR...
Esto es amor, esto es amor, yo siento

en todo átomo vivo un pensamiento.
Yo soy una y soy mil, todas las vidas

pasan por mí, me muerden sus heridas.
Y no puedo ya más, en cada gota

de mi sangre hay un grito y una nota.
Y me doblo, me doblo bajo el peso

de un beso enorme, de un enorme beso.

PASIÓN
Unos besan las sienes, otros besan las manos,
otros besan los ojos, otros besan la boca.
Pero de aquél a éste la diferencia es poca.
No son dioses, ¿qué quieres?, son apenas humanos.

Pero, encontrar un día el espíritu sumo,
la condición divina en el pecho de un fuerte,
el hombre en cuya llama quisieras deshacerte
¡como al golpe de viento las columnas de humo!

La mano que al posarse, grave, sobre tu espalda,
haga noble tu pecho, generosa tu falda,
y más hondos los surcos creadores de tus senos.

¡Y la mirada grande, que mientras te ilumine
te encienda al rojoblanco, y te arda, y te calcine
hasta el seco ramaje de los pálidos huesos!

QUEJA
Señor mi queja es ésta,
Tú me comprenderás:
De amor me estoy muriendo,
Pero no puedo amar.
Persigo lo perfecto
En mí y en los demás,
Persigo lo perfecto
Para poder amar.
Me consumo en mi fuego,
¡Señor, piedad, piedad!
De amor me estoy muriendo,
¡Pero no puedo amar!

¿Y TÚ?
Sí, yo me muevo, vivo, me equivoco;
Agua que corre y se entremezcla, siento
El vértigo feroz del movimiento:
Huelo las selvas, tierra nueva toco.
Sí, yo me muevo, voy buscando acaso
Soles, auroras, tempestad y olvido.
¿Qué haces allí misérrimo y pulido?
Eres la piedra a cuyo lado paso.

EL DIVINO AMOR
Te ando buscando, amor que nunca llegas,
Te ando buscando, amor que te mezquinas,
Me aguzo por saber si me adivinas,
Me doblo por saber si te me entregas.
Las tempestades mías, andariegas,
Se han aquietado sobre un haz de espinas;
Sangran mis carnes gotas purpurinas
Porque a salvarte, oh niño, te me niegas.


ME ATREVERÉ A BESARTE
Mírame aquí a tu lado tirada dulcemente;

soy un lirio caído al pie de una montaña...
Mírame aquí a tu lado... Esa luz que me baña
me viene de tus ojos como de un sol naciente.

Cómo envidio tus uñas insertas en tus dedos,
y tus dedos insertos de tu mano en la palma,
y tu ser todo inserto en el molde de mi alma!
Cómo envidio tus uñas insertas en tus dedos.

Acoge mi pedido: oye mi voz sumisa,
vuélvete a donde quedo postrada y sin aliento.
Celosa de tus penas, esclava de tu risa,
sobra de tus anhelos y de tu pensamiento.

Te miraré a los ojos cuando la tarde abroche
tu boca bien amada que no he besado nunca...

MIEDO
Aquí, sobre tu pecho, tengo miedo de todo;

estréchame en tus brazos como una golondrina
y dime la palabra, la palabra divina
que encuentre en mis oídos dulcísimo acomodo.

Háblame de amor, arrúllame, dame el mejor apodo,
besa mis pobres manos, acaricia la fina
mata de mis cabellos, y olvidaré, mezquina,
que soy, ¡oh cielo eterno!, sólo un poco de lodo.

¡Es tan mala la vida! ¡Andan sueltas las fieras...!
Oh, no he tenido nunca las bellas primaveras
que tienen las mujeres cuando todo lo ignoran.

En tus brazos, amado, quiero soñar en ellos,
mientras tus manos blancas suavizan mis cabellos,
mientras mis labios besan, mientras mis ojos lloran.

EL RUEGO
Señor, Señor, hace ya tiempo, un día

soñé un amor como jamás pudiera
soñarlo nadie, algún amor que fuera
la vida toda, toda la poesía.

Y pasaba el invierno y no venía,
y pasaba también la primavera,
y el verano de nuevo persistía,
y el otoño me hallaba con mi espera.

Señor, Señor; mi espalda está desnuda,
¡haz estallar allí, con mano ruda
el látigo que sangra a los perversos!

Que está la tarde ya sobre mi vida,
y esta pasión ardiente y desmedida
la he perdido, ¡Señor, haciendo versos!

VEINTE SIGLOS
Para decirte, amor, que te deseo,

sin los rubores falsos del instinto.
Estuve atada como Prometeo,
pero una tarde me salí del cinto.

Son veinte siglos que movió mi mano
para poder decirte sin rubores:
"Que la luz edifique mis amores".
¡Son veinte siglos los que alzo mi mano!

Pasan las flechas sobre mis cabellos,
pasan las flechas, aguzados dardos...
¡Son veinte siglos de terribles fardos!
Sentí su peso al libertarme de ellos.

Y no creas que tengo el brazo fuerte,
mi brazo tiembla debilucho y magro,
pero he llegado entera hasta el milagro:
estoy acompañada por la muerte.

VIDA
Mis nervios están locos, en las venas
la sangre hierve, líquido de fuego
salta a mis labios donde finge luego
la alegría de todas las verbenas.

Tengo deseos de reír; las penas
que de donar a voluntad no alego,
hoy conmigo no juegan y yo juego
con la tristeza azul de que están llenas.

El mundo late; toda su armonía
la siento tan vibrante que hago mía
cuando escancio en su trova de hechicera.

Es que abrí la ventana hace un momento
y en las alas finísimas del viento
me ha traído su sol la primavera.

PAZ
Vamos hacia los árboles...
El sueño se hará en nosotros por virtud celeste.
Vamos hacia los árboles;
la noche nos será blanda, la tristeza leve.
Vamos hacia los árboles,
el alma adormecida de perfume agreste.
Pero calla, no hables, sé piadoso;
no despiertes los pájaros que duermen.

FRAY MIGUEL DE GUEVARA

Autor: FRAY MIGUEL DE GUEVARA (mexicano)

A CRISTO CRUCIFICADO
No me mueve, mi Dios, para quererte

el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor; muéveme el verte

clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme ver tu cuerpo tan herido;
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera

que aunque no hubiera cielo, yo te amara
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No tienes que me dar porque te quiera,

pues aunque cuanto espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.


LEVÁNTAME, SEÑOR
Levántame, Señor, que estoy caído,
sin amor, sin temor, sin fe, sin miedo;
quiérome levantar y estoyme quedo;
yo propio lo deseo y yo lo impido.

Estoy siendo uno sólo, dividido;
a un tiempo muero y vivo, triste y ledo;
lo que puedo hacer, eso no puedo;
huyo del mal y estoy en él metido.

Tan obstinado estoy en mi porfía,
que el temor de perderme y de perderte
jamás de mi mal uso me desvía.

Tu poder y bondad truequen mi suerte:
que en otros veo enmienda cada día,
y en mí nuevos deseos de ofenderte.

lunes, 12 de enero de 2009

HUMBERTO AK'ABAL

Autor: HUMBERTO AK'ABAL (guatemalteco)

ELLA

Como la luna
detrás de los eucaliptos,
galana y hermosa,
así era ella;
humilde, sencilla, callada,
descalza como mi tristeza.
Sus ojos, maíz negro.
La trajo la mañana
se la llevó la tarde.
El cielo también
se enamoró de ella.

TU RISA

Se derrumban mis oídos
por los barrancos
siguiendo el eco de tu risa.
Deja su aliento de geranios
desparramada en la neblina
junto al manantial de la montaña.
Cómo huele la flor del durazno,
qué dulce el canto del guardabarranca.
Y tu risa derramándose de tu boca
como el agua de tu tinaja.

VIEJO CALLEJÓN

Después de algunos años
volví a pasar
por el viejo callejón.
Lo hallé igual . . .
Y comenzó a retoñar en mí
una vieja cicatriz.

ÁRBOL

Libro verde
árbol poeta
¡cuanta poesía en tus hojas!
Quienquiera
que se pose en tus ramas
se vuelve cantor.

Y TE APAGASTE

Como llamita de candil
después de una noche de vela,
tus ojos fueron perdiendo luz.
Ya no había nada que ver.
Las campanas
dejaron volar
sus aves de duelo.
Y te apagaste.

PARAÍSO

Aquí era el Paraíso.
Maíz, trigo, frijol,
no había fruto prohíbido,
las culebras eran mudas.
Hombre y mujer
hacían el amor sobre la hierba
y se cubrían con el cielo.
Hasta que hablaron
las serpientes.
Prohibieron los frutos
y se repartieron entre sí
el paraíso.

JOSÉ BATRES MONTÚFAR

Autor: JOSÉ BATRES MONTÚFAR (guatemalteco)

YO PIENSO EN TI

Yo pienso en ti, tú vives en mi mente
sola, fija, sin tregua, a toda hora,
aunque tal vez el rostro indiferente
no deje reflejar sobre mi mente
la llama que en silencio me devora.

En mi lóbrega y yerta fantasía
brilla tu imagen apacible y pura,
como el rayo de luz que el sol envía
a través de una bóveda sombría
al roto mármol de una sepultura.

Callado, inerte, en estupor profundo,
mi corazón se embarga y se enajena,
y allá en su centro vibra moribundo
cuando entre el vano estrépito del mundo
la melodía de tu nombre suena.

Sin lucha, sin afán y sin lamento,
sin agitarme en ciego frenesí,
sin proferir un solo, un leve acento,
las largas horas de la noche cuento
y pienso en ti.

MARÍA

Esa que veis, gentil como la aurora,
ninfa graciosa del rosado velo,
tierno destello del azul del cielo,
exalación del Céfiro y de Flora;
esa deidad que entre los hombres mora
como flor transplantada de otro suelo
como avecilla que cortó su vuelo
y en nido extraño por su nido llora;
más serena que el iris de la alianza,
más plácida que el rayo de la luna,
más fresca que la gota del rocío,
más suave que el placer de la esperanza,
más dulce que el reir de la fortuna,
es la beldad que adora el pecho mío.